miércoles, agosto 08, 2007

La Quinta pared

Hoy es otro día más - o un día menos - sentada en este mismo box laboral. Usando el mismo teclado con las letras A S D y L despintadas de tanto usar día tras día. El mouse que se traba siempre que lo necesito para cosas importantes como mandar una tarjeta de cumpleaños. El cuaderno rayado de tapa plástica gentileza de la empresa que cambia de contenidos pero tiene la misma tapa negra e insulsa. La birome negra o azul que se gasta y es repuesta automáticamente sin darme siquiera cuenta, aunque en realidad antes de ser repuesta siempre desaparece. La tasa verde con distintos sabores a lo largo del día que no será cambiada hasta que se rompa o alguien me la robe como la anterior. El teléfono sonará a lo largo del día con diferentes llamadas pero con los mismos problemas, pero también esta la posibilidad de que la llamada sea externa y eso si sería una alegría. El marcador fluorescente que a veces deja de funcionar porque olvido taparlo mientras estoy trabajando. La antigua regla de madera que subraya torcido y ni me preocupo siquiera de cambiar. El pad todo mordido, no por mi, con el nombre de la empresa para la cual trabajo que no te deja olvidarte que estas aquí metido. Las carpetas que se llenan de papeles sin sentido día tras día. Los cables molestos debajo de mi escritorio que tocan mis pies cuando me muevo y que nadie arreglará excepto yo. Hay cambios de decoración en mis pequeñas cuatro paredes que son mi mundo mientras estoy en el trabajo. Distintas pinturas van decorando esas paredes, mensajes de amigos, postales de bares, notas interesantes o que me llaman la atención, resultados de la compañía, frases que levantan la autoestima que hacen que esto tenga al menos algo de sentido. Van pasando los días, los meses. Cambios de estación. Cambios de vestimenta. Más frío más calor. Lluvias y soles. Llantos y risas. Pasan los años aquí… todo estático, sin emoción.

Estas cuatro paredes me siguen, me acompañan siempre, ni a la salida del trabajo puedo librarme de ellas. ¡Malditas! ¡Déjenme en paz! ¡Vayan a molestar a otra persona!


Salgo del trabajo. No puedo desprenderme de esas cuatro paredes de mi cuerpo, ¿cuatro paredes? ¿No son solo tres? Contemos: una delante de mi a la cual me enfrento todos los días. Esta llena de papeles pegados, fotos de perros, postales. La segunda a la derecha donde están pinchados los papeles laborales que hacen que el lugar sea interesante a la vista de los jefes. La tercera a la izquierda donde están las notas de teatro, las poesías, fotos y más. Este es el lado que menos se ve al público por eso pego esos papeles, para que las vea solo yo. ¿Donde esta la cuarta? No la recuerdo en mi mente ¿Existe en la realidad o yo misma la cree? ¿Yo misma me encerré en estas cuatro paredes? ¿Basta decidirlo para que no este más?


Quiero derribarla, quiero salir. Pero si no existe, ¿Cómo derribarla? Es más difícil, si fuera de material, tan solo con un martillazo o varios caería. Pero, una pared imaginaria… eso ya es más complejo.
¡Un momento! ¡Alto ahí! ¡No toquen nada! ¡Dejen las paredes donde están! ¡Quietos! Esas cuatro paredes también me dan cierta seguridad. Son como las cuatros paredes que formaron papa y mamá cuando era chiquita. Las cuatro paredes de la facultad, las del grupo de amigos en la salidas… ¿realmente quiero derribar al menos una? ¿Quiero correr ese riesgo?


Todos los días pienso que es un día más que pierdo aquí sentada trabajando cuando en realidad ¿no es un día menos que me queda de vida?


¿Cómo hacer para estar sentada aquí y no desesperarme? ¿Cómo hacerme creer que puedo salir por esa puerta que dice Exit en verde cuando yo quiera? Cómo creer que nadie me detendrá, que no tendré que fichar a la salida ni que me descontarán el día si se me ocurre salir a tomar un poco de aire y sol y no volver por que se esta mejor afuera.
Otra salida es enfermarme y pedir médico, así me quedo en casa. Muchas veces es mejor eso que estar acá.
¿Cómo hacer para no sentir que pierdo lo mejor al estar
aca? No quiero sentir que lo mejor esta afuera. Quiero estar en lo mejor y no conformarme con esto.

Luego de mucho pensar, preguntarme, responderme descubrí que mi cuerpo puede estar aquí dentro trabajando y aparentar la preocupación adecuada: mirando números y planillas, leyendo informes importantes, moviendo el mouse, abriendo planillas sin sentido. Pero mi mente sigue volando, en los mares, por los cielos. Sigo enamorada de la vida, sigo charlando con amigos, revoloteando de aquí para allá, sigo creando e imaginando que no estoy aca, que mañana no tendrá que volver a las 8 de la mañana, que no tendré que vestirme como ellos quieren, que si quiero me voy, que es mi decisión estar acá y no la de ellos.


¡Las cuatro paredes no existen! ¡Debo borrarlas de mi mente! No tienen que limitarme. Pueden protegerme pero no limitarme. Tengo que aprender a usarlas para mi conveniencia. Aprender a trabajar sin verme limitada por ellas. Quizá si me ven trabajando sin paredes, alguien me tome de ejemplo y se anime. Si alguien ve que la chica de la punta paso una mano en medio de la pared quizá si alguien este mirando se de cuenta, o quizá no, ni lo note. Es probable.


Podrán imponerme vestirme de una manera, de la manera que todos esperan que sea, pero no por eso dejaré de tener mis propias opiniones y deseos. Eso no podrán quitármelo jamás aunque este encerrada en este trabajo 9 horas y más de lunes a viernes. Soy la máscara que ellos desean ver. Si ellos creen ser felices así a mi no me va a hacer menos feliz.


Al fin llega la hora de la salida, una salida más dentro de todas las diarias. Hora 17:15, hora de salida laboral, guardo todo rápido, para no perder ningún minuto, veo que nadie se mueve de su asiento, ni se dan cuenta que es la teórica hora de salida según nuestro contrato ¿esa gente no desea salir corriendo? Siento que me miran por que me voy, salgo apurada, rápido, para hacer todo lo que quiero, corro, voy rápido, muy rápido, pero… ¿a donde voy? No eran tan malas las cuatro paredes, estaba lindo, calentito, sabía lo que tenía que hacer, nada esperaba más de mi que lo que estaba haciendo…


¿Qué hago? Me hubiese quedado trabajando un rato hasta más tarde… ahí sabía lo que tenía que hacer, pero ahora ¿Qué hago?


Salí del trabajo y me puse a pensar, cuatro paredes no son tan tremendas, me dejan ver el cielo abierto, las lámparas, el sol, la luna, las estrellas, la lluvia, la nieve, el amanecer, el atardecer, los aviones, los cometas, los meteoritos…


¿Pero como evitar una quinta pared que tape la caja boba en la cual vivo?

1 comentario:

So dijo...

Hola Maga!!,
pasé por aquí y me gustó tu blog, tu gusto por Cortázar, por Sabina.

Me gustó tu comentario!. Cuán parecido a tantas otras historias seguramente.
Cuando hablabas de derribar una de las paredes del box me hiciste acordar a una peli (no recuerdo el nombre) pero allí el protagonista terminaba cansándose de su cubículo y finalmente derribaba la pared que más le molestaba... esa pared que le quitaba una hermosa e impactante vista de la ciudad y del cielo.

Si me acuerdo del nombre te lo paso luego.

Saludos

Sophie
perfumesdelalma.blogspot.com
perdidosenelespacio2.blogspot.com