jueves, noviembre 30, 2006

Lo que vale es la actitud


1 comentario:

( f. ) dijo...

(qué lindo Quinquela pintado el que pusiste en tu ex-box laboral!)

Hay que decirlo: Rayuela hace mal.
El problema no es que Rayuela haga pensar a la gente sino que hace que la gente termine pensando como se piensa en Rayuela [mi yo complicado]
Después están –estamos- los que pretendemos escribir. Ay Dios. El efecto Rayuela en este grupo es fulminante. Hay que abolir los puntos porque basta con poner una coma y dejar fluir la cosa. El caos se hizo romántico.
Además, las palabras de Julio esconden, bien lo dijiste. En mi caso, lamentablemente no son las únicas, porque de ellas logré emanciparme. Y así terminé. Por ahí ando, también buscándome, intentando descifrarme en alguna entrelínea de Sebald, en algún guiño cultural de Kawabata, en la angustia que subyace en todo Salinger. Sospecho que algún día me voy a encontrar, como aquel pintor borgeano, que se dedicó toda su vida a pasarle una brocha gorda y blanca a una pared que tenía enfrente. Su realidad era sólo eso: un andamio y una pared. Pero cuando murió, Dios lo agarró de la mano, lo alejó muchos metros de los ladrillos y lo hizo mirar. Ahí, inmutable, estaba dibujada su cara. Creo que así va a ser. Espero.
Hoy reservo mis fotos mi música mis libros y mi cara. “A mi animadversión la reservo para mi rostro, y a veces para Dios" (frase de tu querido Benedetti –me sigo escondiendo, como verás-)

Qué lindo que es ver películas. La Sombra de la Noche es suspenso fuerte y sutil, lindo-. Se ve que el director se dio cuenta de que lo que más sufrimos es el antes, la impotencia de lo que no sabemos –y, por ende, no controlamos. Por eso no tiene demasiados puntos en común, es pura sugestión.
[Hablando de cine: por razones que no vienen al caso –y que son demasiado largas para ser contadas aquí por este haragán servidor- puedo asegurar que mi vida ha sido una mezcla de Cinema Paradiso y de El Padrino] [No lo había pensado: ¡puedo compaginar mi vida sin imágenes mías! Anonimato garantizado o le devolvemos su dinero. ¡Ja!]

En las casas de las abuelas suceden cosas. Hay talismanes por doquier, hay centros de mesa anacarados con caramelos con gusto a café, duros y viejos; hay fotos viejas y pardas; cajones con monedas de australes y anteojos de patilla ancha y sin cristal.
Hay olor a comida y a tostadas con manteca y azúcar. [Sospecho que la comida de nuestras abuelas nos resulta imposible precisamente por eso, porque la van haciendo con el pan que trajimos nosotros y nuestros padres debajo del brazo. Como nosotros todavía no hemos tenido a nadie para robarle esa contribución inicial, nos queda a medio camino]

Me quedé pensando: ¿a qué Maga querés encontrar? Porque si la que va adelante –o detrás- tuyo y se te escapa cuando parece que la tenés a tiro sos vos misma, tenés un grave problema de personalidad múltiple.


( f. )